La construcción de una Marca Personal Deportiva sólida es una tarea compleja que requiere mucha constancia y planificación a corto, medio y largo plazo. Pero además de tener una enorme incidencia sobre los rendimientos económicos obtenidos por el deportista, sus beneficios seguirán siendo visibles incluso mucho después de finalizada su carrera deportiva.
En los últimos años, el concepto de Marca Personal Deportiva parece estar vinculado al éxito en las redes sociales: el número de seguidores en Twitter, Instagram o Facebook suele ser considerado un buen indicador del estado de salud y valor de la marca personal de un determinado deportista.
Nada más lejos de la realidad. La presencia en las redes sociales es, desde luego, muy importante hoy día. Pero no es el único, ni siquiera es el factor más importante, a la hora de valorar si un deportista posee o no una buena marca personal.
La marca personal es el poso que dejamos en los demás. A través de todas y cada una de nuestras acciones, vamos generando en los demás una percepción que finalmente se convertirá en tu reputación. Aunque aparentemente no se puede cambiar lo que los demás piensan de nosotros, siempre se puede decidir aquellos aspectos determinados de la información personal que facilitamos sobre los que más queremos incidir. A través de los hechos, de nuestras propias acciones, podemos hacer también que los demás nos vean como nosotros queremos que nos vean. Se estará trabajando en beneficio de la marca personal deportiva cuando el comportamiento que adoptamos al visibilizar cualquier cosa sobre nosotros, ya sea en redes sociales, en una entrevista o en un evento, esté basado en un determinado posicionamiento que queremos establecer para nuestra marca.
El trabajo sobre la marca personal deportiva tiene su justificación en motivos económicos. El propio deportista y su marca se deben gestionar bajo los mismos criterios con los que se gestiona una empresa, que necesita generar beneficios por su actividad. Como las ayudas y becas oficiales obtenidas en base a los resultados deportivos son insuficientes, el deportista necesita complementar sus ingresos. Para ello, se ve obligado a ofrecer nuevos “productos y servicios” derivados de su actividad: puede impartir conferencias, asistir a eventos, prestar su imagen para publicidad o convertirse en embajador de una marca. La diversificación de actividades del deportista da lugar a la aparición de nuevos stakeholders (públicos interesados en el deportista por diferentes razones): periodistas, patrocinadores y sus empleados, clientes finales de la marca patrocinadora … ya no son sólo su club y los aficionados a su deporte. La planificación de la marca personal exige establecer objetivos estratégicos para cada uno de estos grupos.
El objetivo final que se persigue es que esos públicos nos elijan entre los muchos que tienen a su alcance. Queremos que nos elija el patrocinador, que nos elija el aficionado, que nos elija otro club con mejor oferta. Para lograrlo, debes superar un proceso en el que primero tienes que ser conocido, después, reconocido, conseguir ser recordado y, finalmente, ya estarás en condiciones de resultar elegido.
Es un error común Intentar convertirse en un personaje conocido y reconocido poniendo el foco exclusivamente en la visibilidad, olvidando que antes es imprescindible hacer una profunda reflexión y prestar toda la atención a definir claramente cuáles son nuestros atributos diferenciales y cuál es la propuesta de valor que queremos trasladar a nuestros públicos. Volviendo al modelo empresarial, es necesario determinar las características de nuestra propia marca, el producto que tratamos de vender y cómo queremos hacerlo. Construir una marca personal a través de una historia, utilizando técnicas de storytelling te ayudará a conectar con la gente con mayor facilidad. En próximos artículos te explicaremos en profundidad en qué consisten estas técnicas y cómo utilizarlas.
Pero nunca olvides que uno de los grandes secretos de la marca personal deportiva reside en ser autentico. Se suele poner mucha atención en intentar ser correcto, no en tratar de ser auténtico. Y es precisamente la autenticidad lo que más nos diferencia de los demás, lo que nos hace resultar creíbles y lo que mejor logra empatizar con el público. Antes que deportistas somos personas y hay que mostrar a esa persona tal como es. Muchas veces se transmite la imagen de que los deportistas son personajes aislados, centrados exclusivamente en competir. Entonces, todo su valor depende nada más que de sus resultados: se convierten en héroes cuando ganan, pero cuando pierden… Mostrar a la persona que sufre, que disfruta, que trabaja a diario como cualquiera, amplía mucho el marco de conexión con el público y te vuelve más cercano y accesible.
Lamentablemente, en demasiadas ocasiones el deportista se centra tanto en su rendimiento que no se ocupa de estos aspectos relacionados con su marca personal. Se ha asumido con cierta naturalidad que la mayoría de las modalidades deportivas no permiten alcanzar un verdadero estatus profesional. Pero un buen trabajo sobre la marca personal deportiva realizado desde el principio, en el que se averigua quién eres y que ofreces, se establece una estrategia orientada a unos objetivos, se pone en valor y se le da la visibilidad necesaria, ayudará a conectar con los patrocinadores y facilitará mucho que se pueda vivir dignamente del deporte.
La actividad deportiva tiene una vida limitada, pero los beneficios del trabajo sobre tu marca personal podrán trascender el momento de la retirada, facilitando la transición a la vida después de la competición en óptimas condiciones. Piensa en los numerosos casos de deportistas que, muchos años después de retirarse, siguen viviendo de los recursos que les proporciona una marca personal tan excelente que parece no agotarse nunca.
Nuestro agradecimiento a Eva Castillo (experta en marca personal deportiva) por su contribución a este artículo.