Entre las diversas fórmulas de patrocinio deportivo que el mercado pone a disposición de las empresas, hay una que resulta especialmente adecuada para la PYME: la figura del embajador de marca. Difícilmente una pequeña empresa podrá encontrar una manera de asociar su imagen al deporte tan versátil y asequible. La rentabilidad está más que asegurada.

Cada vez son más las empresas de pequeño y mediano tamaño que ven en el deporte una excelente plataforma para dar a conocer su marca, reforzar su imagen, consolidar vínculos con clientes, proveedores, entorno social… Las ventajas de la apropiación de los valores del deporte para una empresa son tantas y tan variadas que nadie duda que el patrocinio deportivo es una de las armas de marketing más eficaces con las que cuenta la empresa.

Sin embargo, cuando una PYME se interesa en acercarse por primera vez al patrocinio deportivo, suele encontrarse con una serie de dudas difíciles de resolver: ¿Qué tipo de propiedad debo patrocinar? ¿Cómo voy a poder obtener rendimiento de mi inversión? ¿Se adaptará ese patrocinio exactamente a lo que necesito? La oferta es tan variada (clubes, competiciones, federaciones…), las modalidades deportivas son tantas y el contenido de las propuestas tan complejo, que la elección del patrocinio más adecuado se convierte en una tarea ardua que en demasiadas ocasiones termina desembocando en el abandono de la idea.

Una forma sencilla de solventar todas estas dificultades iniciales, sin tener que renunciar a ninguna de las ventajas del patrocinio deportivo, la encontraremos en la figura del embajador de marca. Asociar un deportista a la imagen de la empresa puede convertirse en una puerta de acceso al patrocinio deportivo muy rentable y altamente eficaz, porque el coste de la acción es asequible a cualquier presupuesto y las fórmulas de activación son tan versátiles que se van a adaptar exactamente a lo que la empresa pueda necesitar.

Para una pequeña empresa, puede no resultar sencillo adaptar los derechos adquiridos por el patrocinio de una estructura más o menos grande (como puede ser un club), a sus necesidades reales de marketing. Las estructuras grandes son muy eficaces para otorgar conocimiento de marca, pero las empresas pequeñas suelen tener sus intereses mucho más enfocados hacia la venta. La incorporación de la figura del embajador responde muy bien a este tipo de exigencia.


Asociar un deportista a la imagen de la empresa puede convertirse en una puerta de acceso al patrocinio deportivo muy rentable y altamente eficaz, porque el coste de la acción es asequible a cualquier presupuesto y las fórmulas de activación son tan versátiles que se van a adaptar exactamente a lo que la empresa pueda necesitar.


Al trabajar de forma individualizada con un deportista de alto nivel, la empresa se apropia tanto de los valores del deporte en general, como de los de ese atleta concreto en particular. Lo convierte en su cara visible, logrando que, de forma inconsciente y automática, el público trasvase su admiración al deportista hacia la marca que, de alguna manera, lo sustenta. Sin dejar de lado que, frecuentemente, ese deportista cuenta con proyección internacional, se desenvuelve bien ante los medios de comunicación y cuenta con una red de seguidores amplia y muy fiel, lo cual garantiza una difusión muy importante de la marca de cara al exterior. Y hacia la propia empresa, será fácil contar con él para organizar jornadas de convivencia con los empleados, actividades de todo tipo con clientes, charlas, sesiones de fotos… La flexibilidad para diseñar acciones de activación es muy alta, mucho más que con cualquier otro tipo de patrocinio ya que, al negociarse las contraprestaciones directamente con el deportista, se eliminan muchas limitaciones propias de otras estructuras más grandes.

Si se traza correctamente la estrategia, la relación no sólo será rentable cuando el deportista logra alcanzar el éxito. Los malos momentos del deportista (¡todos los tienen!) también servirán para reforzar la credibilidad de la empresa. Una marca que no sólo apuesta por la victoria, sino que apoya el esfuerzo, la perseverancia y el sacrificio que lleva implícito el camino hasta conseguirla,  será vista con muy buenos ojos por los aficionados (sus potenciales clientes).

No pensemos que solamente los grandes divos de los deportes de audiencias masivas son útiles para ejercer esta función. En España contamos con un sinfín de figuras mundiales en modalidades deportivas emergentes que resultan idóneos como embajadores de marca. Son personas exitosas y llenas de valores, pero a la vez cercanas, accesibles y dispuestas a colaborar en todo lo necesario para que nuestra inversión en ellos genere importantísimos retornos. Y a cambio de cantidades económicas muy contenidas al alcance de todo tipo de empresas.

Deportistas que nos alegran cada fin de semana con sus brillantes éxitos internacionales y a los que, sin duda, merece la pena tener muy en cuenta como posibles colaboradores de nuestras empresas.