La promoción de las modalidades deportivas menos favorecidas por los medios de comunicación tradicionales no es sólo una obligación de los rectores políticos del deporte. Es también una necesidad acuciante para las propias federaciones y deportistas, que ven cómo la supervivencia de sus especialidades pasa por encontrar un hueco para hacerse oír en medio del descomunal ruido mediático generado por un puñado de deportes, con el fútbol a la cabeza, que copan el interés de los medios.  

No hay debate, foro, entrevista o reportaje en torno a los llamados “deportes emergentes” donde no se acabe recurriendo al término de moda que parece haberse convertido en la solución a todos los males: la visibilidad.

Si la federación de turno cuenta con pocas licencias, si los patrocinadores no hacen cola para invertir en su deporte, si los medios para desarrollar la especialidad son escasos, si no se alcanzan éxitos internacionales, si los deportistas no se pueden profesionalizar… la culpa es de la poca visibilidad que se le otorga a esa disciplina. Al menos, eso es lo que suelen decir los interesados.

Sin duda, la visibilidad es un elemento necesario para el despegue de un deporte y su implantación social. Un elemento muy importante. Pero no el único. Ni siquiera el primordial.

Estamos presenciando en primera persona el derrumbe del modelo tradicional de los medios de comunicación y la construcción de uno nuevo basado en un paradigma mucho más abierto y flexible: los más jóvenes apenas ven ya la TV y, mucho menos todavía, compran prensa escrita. El consumo de contenidos audiovisuales a través de dispositivos como el móvil, la Tablet o el ordenador compite de tú a tú con la tradicional tele del salón. Las grandes competiciones apuestan por difundir sus emisiones a través de canales como Facebook o Twitter. Las retransmisiones en streaming están al alcance de cualquiera…

En este nuevo escenario, ¿qué sentido tiene reclamar la atención de las cadenas de TV o la prensa en papel de toda la vida? ¿Es sensato solicitar la atención de soportes de comunicación que parecen tener una fecha de caducidad estampada en rojo? Seguramente no es muy buena idea querer ir al lugar del que tu audiencia ya se está marchando, porque cuando llegues, ya no habrá nadie esperándote.

Con todas las nuevas herramientas que tenemos en nuestras manos, la visibilidad está ahí, al alcance de cualquiera. Ponerse en disposición de ser visto es muy sencillo y, además, es barato. Otra cosa mucho más difícil es conseguir que alguien quiera verte. No se trata sólo de mostrar un contenido, sino de encontrar a alguien que quiera consumirlo. El público, o sea, las llamadas audiencias, tienen en su mano la posibilidad de decidir lo que quieren ver, dónde y cuándo hacerlo. Es soberano y su capacidad de elección es ilimitada, porque lo tiene todo a su disposición.


¿Es sensato solicitar la atención de soportes de comunicación que parecen tener una fecha de caducidad estampada en rojo? Seguramente no es muy buena idea querer ir al lugar del que tu audiencia ya se está marchando, porque cuando llegues, ya no habrá nadie esperándote.


Por el contrario, lo que sí que tiene límite es su tiempo disponible para consumir contenidos. Si decide ver el tuyo, tendrá necesariamente que dejar de ver otro, porque su día también tiene nada más que 24 horas.

Y es aquí donde llegamos al elemento clave, imprescindible para el desarrollo de cualquier deporte: el público. Porque por mucha visibilidad potencial que puedas tener gracias a las herramientas de comunicación disponibles, necesitas un público interesado que recoja el guante y te acepte como una de sus elecciones de visualización.

Ganarse al público no es sencillo. Y tampoco lo es mantenerlo. Fijémonos en el ejemplo de las grandes ligas estadounidenses (NFL, NBA, NHL, MLB…). Ninguna de ellas podrá quejarse de falta de visibilidad, eso es seguro. Sus audiencias alcanzan cientos de millones de espectadores y los medios de comunicación del mundo entero se hacen eco de todo lo que ocurre a su alrededor. Sin embargo, invierten mucho dinero en innovación para mejorar la experiencia del usuario, tanto del que asiste en vivo a sus eventos como del que lo sigue a través de sus múltiples canales de difusión.

Antes de pedir que nuestro producto se muestre, debemos asegurarnos de que ese producto es atractivo para el consumidor, que es capaz de engancharle a través de una experiencia gratificante y sorprendente. Sólo así podremos generar una audiencia. Donde hay audiencia, habrá medios de comunicación atentos. Y las marcas patrocinadoras querrán estar ahí, sin duda.

Visibilidad, sí, pero… ¿para qué? El primer paso, el imprescindible, debe ser la innovación en el propio deporte en busca de formatos entretenidos para el público, fáciles de consumir y de compartir, que permitan su participación activa y le proporcionen experiencias memorables que desee repetir. Circunstancias que, en la mayoría de las disciplinas deportivas de nuestro país, no se dan.

Así que deja de reclamar visibilidad y empieza a pensar en cómo ganar el interés del público. Ahí fuera hay una inmensa audiencia potencial que está esperando tus ideas.