El marketing de contenidos ha irrumpido como un torbellino en el ámbito de la comunicación empresarial. No hay empresa, por pequeña que sea, donde no sean conscientes del potencial que encierra esta técnica para conseguir hacerse con el favor de los consumidores. Todos saben que necesitan publicar contenidos interesantes a través de los canales digitales que tienen a su disposición a muy bajo coste. Pero al ponerse manos a la obra, aparece la verdadera dificultad del marketing de contenidos: ¿Qué puedo publicar en mis redes que sea capaz de captar el interés de los consumidores?
Cualquier empresario mínimamente informado lo sabe: si quiere que su empresa exista a ojos de los consumidores, está necesariamente obligada a tener presencia en las redes sociales.
Completamente de acuerdo con tal afirmación. Sin embargo, sería mucho más acertada si incluyéramos un pequeño matiz: la empresa está obligada a tener presencia relevante en las redes sociales. Es fácil dejarse impresionar por esas historias de vídeos de ínfimo coste, que han tenido en las redes un efecto tan viral, que se han terminado convirtiendo en campañas de valor multimillonario. Pero no nos engañemos. Resultados así están al alcance de muy pocos y se dan sólo en contadas ocasiones. Las redes sociales son un terreno extremadamente saturado de contenidos, en el que es muy difícil ganar seguidores y, mucho más complicado aún, destacar y captar el interés de las audiencias.
La verdadera necesidad de las marcas no es estar presentes en las redes sociales, sino que esta presencia sea relevante para sus audiencias.
La presencia de la empresa en los medios de comunicación tradicionales (prensa, radio, TV) mediante el envío de notas de prensa tampoco va a encontrar grandes facilidades, a no ser que se esté dispuesto a desembolsar una importante cantidad de dinero. Salvo en ocasiones muy puntuales, será difícil que los medios conviertan en noticiables las aburridas notas informativas enviadas por la empresa.
Todo este panorama cambia radicalmente cuando la empresa asocia su marca al deporte a través del patrocinio. Incluso en su forma más sencilla, la contratación de un deportista como embajador de marca, las posibilidades para difundir los contenidos de la empresa se multiplican.
Algunos de los beneficios inmediatos que obtiene la marca cuando articula su comunicación en torno a la imagen de un deportista son:
- Accede de forma directa a los seguidores de su deportista “embajador”, incrementando de inmediato el número de impactos obtenidos con sus mensajes.
- Ofrece un valor añadido a sus audiencias ya consolidadas, lo que contribuirá a su fidelización y aumentará las posibilidades de redifusión de sus mensajes.
- Genera una transferencia automática de los valores del deportista hacia la propia marca y se los apropia para mejorar la percepción de la misma por parte de la audiencia.
- Consigue un interés proactivo de los medios de comunicación tradicionales, que siguen de cerca la actividad del deportista.
- Impacta de una forma mucho más emocional sobre el consumidor, que se mostrará más receptivo a los mensajes de la marca al estar vinculados a su pasión.
- Humaniza la marca, al mostrarla representada por el reconocible rostro de una persona generalmente admirada.
- Rompe con la estacionalidad, permitiendo mostrar contenidos vinculados a la marca durante todo el año, con independencia de los ciclos de temporada de la empresa.
- Amplía las posibilidades de generación de contenidos de interés para la audiencia.
Estos son sólo algunos de los beneficios más evidentes, pero hay muchos más. La relación entre el coste del patrocinio y el rendimiento obtenido va a arrojar, sin ninguna duda, un dato de rentabilidad de la inversión muy favorable. La visibilidad de la empresa ya no va a depender del precio fijado por los medios para sus espacios, sino de la capacidad creativa de la empresa para producir contenidos interesantes que incluyan sus mensajes de marca. Pero esta cuestión la trataremos en profundidad más adelante.